Una ráfaga de frío viento sopló descolocando mi pelo, ya enmarañado de por sí, y decidí que aquel era el momento exacto para volver a abrir los ojos. Estaba mirando al suelo, era como un acto reflejo, tan sencillo que no podía evitarlo, y descubrí con cierta sorpresa que seguía caminando.
Sí, mis pies se movían acompasadamente, no podría negar que mis piernas dolían, pues no sería sincera, pero sabía que tenía que seguir adelante.
Levanté un poco más la cabeza, y descubrí que el sendero todavía llegaba lejos: era oscuro, y también es cierto que me inspiraba algo de miedo, encima de mi, amenazadoras nubes grises cubrían el espacio que los árboles que limitaban el bosque dejaban al descubierto. Era un camino nada deseable, y sin embargo.. algo en aquella ráfaga de viento, como el polvo de unos restos parecidos a felicidad, devolvía un sentimiento de esperanza que se colaba por cada poro de mi piel, hasta llegar a lo mas hondo de mi pecho y de mi mente: continuar, eso era lo que resonaba en mi cabeza.
Desperté un poco más del que había sido mi sueño profundo, hasta lograr estar mas consciente en aquella realidad, y entonces me di cuenta de que mi mano no estaba sola cuando cortaba el aire en su monótono movimiento pendular. Otra mano, otros cinco dedos se aferraban fuertemente a los míos, reconfortando el vacío que había sentido dentro, confiriéndome cierta seguridad en cada paso. Levanté la cabeza en aquella dirección, y al ver tus ojos supe que no me equivocaría.
Tu cuerpo caminaba junto al mio, y el cansancio nos acompañaba, podía sentirlo en cada milímetro de tu piel, podía olerlo en el aire, y lo que mas me preocupaba, podía verlo en cada uno de tus forzados movimientos.
Sabía que tu también habías sufrido, y a pesar de ello, cuando te miré a los ojos por primera vez desde que despertara de aquel extraño letargo, esbozaste algo parecido a una sonrisa, y en tus ojos pude ver toda la ternura y felicidd que el resto de tu cuerpo se sentía incapaz de expresar. Seguíamos vivos, al fin y al cabo.
Caminaríamos juntos hasta el lugar en que las nubes dejaban de ser grises, y los rayos de luz se filtraban generosamente a traves de las ramas.
"Tranquila, no estamos solos"
-Es algo que escribí hace tiempo, quizá el título os de una pista, pero me apetecía subirlo.