23 de marzo de 2010

Narciso.

"¡Cuántas veces besó en vano el mentiroso estanque! ¡Cuántas veces hundió sus brazos en el agua para rodear el ansiado cuello, sin conseguir abrazarse! No sabe qué es lo que ve, pero lo que ve le abrasa, y él mismo se engaña, a la vez que incita a sus ojos a caer en el error. ¿Por qué intentas aferrar, ingenuo, una imagen fugaz? Lo que buscas, no está en ninguna parte; lo que amas, lo pierdes en cuanto te vuelves de espaldas. Esta imagen que ves reflejada no es más que una sombra, no es nada por sí misma; contigo vino, contigo se queda y contigo se iría si tú pudieras irte."
Metamorfosis, Ovidio.

Este es un fragmento del mito de Narciso en el libro tercero de las Metamorfosis de Ovidio. Narciso es hijo de una bella ninfa, Liríope, a quien ya el anciano Tiresias le había advertido tras preguntarle si su hijo llegaría a viejo que "sólo si a sí no se conociera". De este modo, Narciso creció y se convirtió en un apuesto joven muy deseado, que, sin embargo, tan vanidoso, no aceptó ninguno de estos halagos. Entre sus enamoradas se encontró la ninfa Eco, quien había sido castigada por Juno haciendo que tan sólo pudiese hablar repitiendio las últimas palabras de su interlocutor, sin poder iniciar una conversación ni expresarse libremente. Acercándose a Narciso, este huyó de ella rechazándola a viva voz, mientras ella replicaba con las mismas palabras, pues tan sólo podía repetir. Avergonzada, se escondió en las montañas. Otro de sus amores no correspondidos gritó a los cielos "¡Ojalá el también se enamore y no pueda poseer a su amado!". Así cumplió Némesis, la diosa de la venganza: al mirarse en un estanque Narciso se enamoró de su propio reflejo y permaneció allí, día y noche, sin comer ni dormir, tan sólo observándose e intentando alcanzarse. Se dió cuenta así del dolor de no poder alcanzar a quien amaba, y más aún sabiendo que su reflejo, también le deseaba, pues era él mismo también. Finalmente, Narciso se consume en un dolor interno profundo y una angustia que es incapaz de soportar, y muere a orillas del lago. Se dice que una vez muerto continuó observándose en las aguas de la Laguna Estigia.

Lo leía anoche y pensaba en lo cíclico que es, en cierto sentido. Primero, Eco y el castigo impartido por Juno. Devuelve todas las palabras como si se tratasen de boomerangs, incapaz de expresarse, entra en un juego de repetición sin sentido en cada conversación que mantiene. Narciso al encontrala a ella entra en una de esas cíclicas conversaciones: "¿Hay alguien?" "Alguien", "¿Por qué huyes de mi? ¡Aquí reunámonos!" "¡Unámonos!", "¡Quita tus manos, no intentes abrazarme! ¡Antes moriría que entregarme a ti!" "¡Entregarme a ti!", incluso en los momentos previos a su muerte: "Eco se afligió al verle así [...] y cuantas veces el desgraciado joven exclamaba "¡Ay!, ¡Ay!" repetía ella una y otra vez, y cuando Narciso golpeaba su cuerpo con sus manos, ella reproducía el sonido de sus golpes". Una vez más, cuando el hijo de Liríope se enamora de sí mismo en las aguas del lago, entra de nuevo en una visión cíclica de su amado, que a su vez le mira a él (o se mira a sí mismo).. En fin, el mito de Narciso está construído alrededor de circulos concéntricos eternos en los que la única resolución después de la desesperación y el dolor de ser incapaz, a causa del castigo de los dioses, de alcanzar aquello que desea es la misma muerte.
Supongo que me sorprendió porque tenía una idea diferente del mito, y al reflexionar solo un poco encuentro cierta profundidad en los hechos, lo que lo ha hecho ser de repente muy interesante.

Déjame vivir contigo en primavera II

Y es cierto, no me había dado cuenta.
¿Y por qué -me pregunté en un primer momento- por qué?
Pues bien, no es realmente relevante.
Quiero decir, los cambios, obviamente, se producen de manera gradual, así que establecer un día para el equinoccio de primavera no tiene realmente sentido, fuera, por supuesto, de un contexto científico.
Me propuse mirar al mundo sonriente, como ya prometí una vez no muy lejos de aquí, y salí esta mañana contenta: me dediqué a disfrutar de la música que otros en su día compusieron para homenajear la estación, y me infundí ganas de verlo todo con nuevos ojos. Me convencí de que hacía un día precioso, de que el sol brillaba con fuerza, y escuché los pájaros más allá de las cuerdas de Vivaldi. Quise ver un verde más potente en las hojas de las plantas, y quise oler el fresco de la brisa matutina, quise blanquear, también, las nubes solo con desearlo. Quise saludar alegre a quién me crucé en el camino, y quise, sobre todo, darle la vuelta a los hechos, y que se mostrasen favorables para mi.
Y en medio de tanta ilusión, y de tanta ganas de vivir el mundo, caí en la cuenta: ¡hoy no era el primer día de primavera!
Sin embargo, mi descubrimiento, mi sorprendente hallazgo, tan obvio para los demás, no fue negativo más que en primera instancia: todo es psicológico. Todo era, es, y muy probablemente será piscológico.
Todo está dentro de mi, porque soy yo, y nadie más a parte de mi puede cambiar el retorcido mecanismo que mueve todas mis piezas hacia delante.
¡Qué evidente parece! Y sin embargo, ¡cuánto me sigo sorprendiendo, una  y otra vez!
No me hace falta ya que los astros se alineen, o que los polos de la Tierra estén a la misma distancia del Sol, no me hace falta fijar un día y prometerme "hoy empezaré a sonreír", porque no existe ni el "hoy", ni "mañana", ni "ayer", ni "día". Existo "yo" y es el concepto de mi misma que tengo el que debe cambiar y adaptarse armoniosamente a la "yo" en la que me quiero convertir, que es, en realidad, lo mismo de antes desde otra perspectiva.
En fin, vuelvo a tener esa ilusión de ayer, pero esta vez ya no está basada en acuerdos abstractos, sino que está basada en mi propia fuerza de voluntad, y por lo tanto en mi misma, así que esta vez espero que no se vuelvan a derrumbar mis espectativas.
Veremos como salen las cosas de ahora en adelante en mi primavera particular, que empezó un día más tarde que para el resto del hemisferio, pero no por ello con menos fuerza.

22 de marzo de 2010

Déjame vivir contigo en primavera I

 


..y un amarillo radiante me quema,
me quema los ojos
y abre esas heridas en las que se forman gradientes
de colores,
pero las heridas no me duelen.
No me duelen las heridas, no,
ni en los ojos, no,
porque huelen a cerezas, y huelen
también a los azules y los blancos, esponjosos, sobre mi.




Como un sueño que se acerca y se va,
me despierta de otro sueño, y se funde
con unos ojos eternos,
o con mil eternos ojos,
que me observan atentos,
"no vas a escaparte de mi",
o, mejor, "no vas a escaparte de nosotros",
y pestañean, pestañean porque es lo que mejor saben hacer,
amenzarme y pestañear, "siempre te vamos a mirar".
Y se dejan ver en todo
y con los cambios no desaparecen, se hacen más presentes,
y están en el olor de las cosas más simples,
y en los ruidos más insignificantes.
Están también en los nuevos colores
aquellos de los que se viste Marzo,
que está como hechizado
entre danzas de verdes y rojos,
entre los pétalos de los días y de mañana,
y cuando se desnude, y los abandone,
todos esos colores serán los miles de ojos, que un día, nuevamente,
volverán a buscame, y volverán a encontrarme,
aquí, esperándolos, esperando a ser observada,
una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.



-Y entonces llegó y me dijo:
"La primavera empezó ya el domingo"

..Y yo no me había dado cuenta.

20 de marzo de 2010

Insomnio de vez en cuando

Somos mi taza de café y yo.
Una noche más, una de esas en que la cama está tan cerca, y tan fría, que se me hace terrible siquiera acercarme más. Una de esas noches en que los ojos te pueden, y el cansancio te puede, pero te niegas a ir a dormir.
Somos mi taza de café y yo, y una revuelve a la otra y viceversa, para que el azúcar y la leche queden bien mezclados, para entrar en calor, y abandonar, como el resto del mundo empieza a hacer a estas alturas, el frío invernal.
Y así es, después del invierno, llega siempre la primavera. Igual que después de una noche de lectura llegan las plácidas horas de sueño apasionado, apurado, como para no perder ni un segundo de oscuridad interna, para asimilar toda la información.
Es una de esas noches en las que apostaría mi vida entera a que el cielo está precioso y despejado, a que incluso en la ciudad se ven algunas estrellas, y el ambiente es tan agradable y familiar que parece que sólo necesitas estar allí, vivir en ello, en el concepto de ciudad, y abandonar la individualidad personal por tan sólo unos minutos. Sin embargo, no puedo saberlo. Sencillamente, delante de mi, las persianas bajas me impiden observar si mis divagaciones se corresponden con la realidad. Y hasta cierto punto, quizás sea mejor así, ¿quién querría saberse en una de esas encantadoras noches, encerrada en casa, bebiedo café, intentando convencerse de lo maravilloso de un líquido encerrado en una taza de barro?

19 de marzo de 2010

Un segundo de inspiración

Como un destello de luz que cruza como un rayo mi mente, y se va posando entre hilo e hilo.
Tan breve como la caída de una gota de lluvia en la palma de mi mano.
Tan efímero como la arena escapándose entre mis dedos, como intentar abarcar el océano con mis brazos durante un segundo, tan frágil como guardar mi vida entre hojas y letras que se me escapan de las manos.
Tan suave como un suspiro que huye rozando todo a su paso, tan nostálgico como el más gris de los otoños.
Débil, pero quiere ser persistente, como las dudas entre un mar de sentimientos, y quiere ser eterno, pero es incapaz de mantenerse en la inestabilidad de mi mente.

Es sólo un segundo de inspiración, imposible de conseguir cuando lo deseas, que llega en el instante más inesperado, y desaparece tan rápido como viene, huye dejando atrás una estela con ese complicado sabor amargo que se fundirá en el paladar de mi sensibilidad desesperanzada.

Y es un dolor tan satisfactorio a su manera, que a pesar de todo lo que me hace sufrir, no puedo dejar de desearlo, y aunque se haga de rogar una y otra vez, seguiré accediendo y estando, como de costumbre, a sus pies.


-Rescato un borrador que tenía por aquí~

18 de marzo de 2010

Nick Drake



"El tiempo me ha enseñado
que eres un hallazgo realmente raro,
un agitado remedio
para una mente agitada.

Y el tiempo me ha enseñado
a no pedir más,
algún día nuestro océano
alcanzará su orilla

Así que abandonaré los caminos que me están haciendo ser
lo que realmente no quiero ser,
y abandonaré los caminos que me están haciendo amar
lo que realmente no quiero amar"


:/
"Agitada" no me gusta, así que por favor, dadme ideas para cambiar la traducción xD
Pues me encuentro con Nick Drake casi de casualidad, y he tenido el placer de escuchar un álbum suyo que se llama Five leaves left, que recomiendo para pasar un rato tranquilo, melancólico, pero con esa melancolía especial que no es solo triste, sino que tiene también esa especie de "esperanza" escondida en medio. Comienza precisamente con esta canción, Time has told me, que es de mis favoritas en el álbum. Quizás es su voz, que parece que acaricia, lo que me encanta, no sé, os animo a que le echeis un oído.

Respecto a la letra, he escogido las tres primeras estrofas, porque me parece que recogen muy bien una serie de sentimientos que de vez en cuando están ahí, por lo menos para mi. Es una maravillosa espera para alcanzar un fin, una solución, al tiempo que se deshace de todo aquello que le aliena y no le permite ser lo que, efectivamente, es, y buscar en la vida lo que quiere buscar. En fin, un intento de desnudar el más sincero "yo" que todos tenemos dentro, y tan raras veces le damos libertad para escoger y ser.
Y también a mi el tiempo me enseña, y cada vez con más rectitud, que no puedo pedir más de lo que tengo, ni más de lo que soy. Y no creo que sea sencillamente conformismo, sino la realidad a la que también debo llegar para entenderme eficientemente.

So peaceful~

Drama

Se abre el telón, y el ruido se vuelve aterrador.
Salgo y son millones de ojos los que me observan.
Bajo las intensas luces, muevo torpemente un cuerpo que no parece pertencerme, porque esa no soy yo. No, no lo soy, a pesar de sentirme mía. Es mi máscara, son mis gestos robados, y son las palabras pronunciadas bajo la presión del público. No soy yo, pero no hay nada más que "yo" en escena.
Se suceden los actos, y dentro de ellos, las escenas. Mi papel no es difícil de interpretar: lo entiendo y me complemento con él, hasta parecer almas gemelas, que caminan a la vez, hablan a la vez, pero nunca piensan en paralelo.
A pesar de los nervios, el público está entusiasmado, y aplaude divertido; he de reconocer que, esta vez, somos un buen reparto.
Y sin embargo, siempre quedará ese ansia, siempre esa ligera espera, mientras los acontecimientos continúan su curso: repasa las líneas del próximo acto sobre las tablas, la naturalidad ondea en el furioso viento, y se quiere escapar, pero todavía sigue siendo mia, y nuestra.
Los focos me iluminan, saluda, sonríe, porque ha salido bien, aunque sea la misma función que ayer. Y que la de mañana.

Tras los años de experiencia nunca terminaré de entender que, por más repentina voluntad que me inunde, no puedo pronunciarlo antes de tiempo, "acta est fabula".