22 de marzo de 2010

Déjame vivir contigo en primavera I

 


..y un amarillo radiante me quema,
me quema los ojos
y abre esas heridas en las que se forman gradientes
de colores,
pero las heridas no me duelen.
No me duelen las heridas, no,
ni en los ojos, no,
porque huelen a cerezas, y huelen
también a los azules y los blancos, esponjosos, sobre mi.




Como un sueño que se acerca y se va,
me despierta de otro sueño, y se funde
con unos ojos eternos,
o con mil eternos ojos,
que me observan atentos,
"no vas a escaparte de mi",
o, mejor, "no vas a escaparte de nosotros",
y pestañean, pestañean porque es lo que mejor saben hacer,
amenzarme y pestañear, "siempre te vamos a mirar".
Y se dejan ver en todo
y con los cambios no desaparecen, se hacen más presentes,
y están en el olor de las cosas más simples,
y en los ruidos más insignificantes.
Están también en los nuevos colores
aquellos de los que se viste Marzo,
que está como hechizado
entre danzas de verdes y rojos,
entre los pétalos de los días y de mañana,
y cuando se desnude, y los abandone,
todos esos colores serán los miles de ojos, que un día, nuevamente,
volverán a buscame, y volverán a encontrarme,
aquí, esperándolos, esperando a ser observada,
una y otra vez, una y otra vez, una y otra vez.



-Y entonces llegó y me dijo:
"La primavera empezó ya el domingo"

..Y yo no me había dado cuenta.

1 comentario:

Durch dijo...

Me gusta n_n Nubes esponjosas (L)