Somos mi taza de café y yo.
Una noche más, una de esas en que la cama está tan cerca, y tan fría, que se me hace terrible siquiera acercarme más. Una de esas noches en que los ojos te pueden, y el cansancio te puede, pero te niegas a ir a dormir.
Somos mi taza de café y yo, y una revuelve a la otra y viceversa, para que el azúcar y la leche queden bien mezclados, para entrar en calor, y abandonar, como el resto del mundo empieza a hacer a estas alturas, el frío invernal.
Y así es, después del invierno, llega siempre la primavera. Igual que después de una noche de lectura llegan las plácidas horas de sueño apasionado, apurado, como para no perder ni un segundo de oscuridad interna, para asimilar toda la información.
Es una de esas noches en las que apostaría mi vida entera a que el cielo está precioso y despejado, a que incluso en la ciudad se ven algunas estrellas, y el ambiente es tan agradable y familiar que parece que sólo necesitas estar allí, vivir en ello, en el concepto de ciudad, y abandonar la individualidad personal por tan sólo unos minutos. Sin embargo, no puedo saberlo. Sencillamente, delante de mi, las persianas bajas me impiden observar si mis divagaciones se corresponden con la realidad. Y hasta cierto punto, quizás sea mejor así, ¿quién querría saberse en una de esas encantadoras noches, encerrada en casa, bebiedo café, intentando convencerse de lo maravilloso de un líquido encerrado en una taza de barro?
1 comentario:
La verdad es que no está mal tener insomnio de vez en cuando. Cuando por alguna circunstancia he tenido que pasar la noche despierto siempre he experimentado una extraña sensación, al principio cansancio pero después te desvelas y cuando me pasa esto me quedo serio y me pongo a reflexionar, aunque esté en fin de año con los amigos... es como si llevara cientos de años viviendo, como si después de tantas horas despierto viese las cosas de otro modo.
Una vez que duermo me despierto, entonces vuelvo a empezar de cero y adiós a esta sensación.
En cuanto a las persianas, yo las tuve cerradas durante mucho tiempo, mi torre de marfil estaba a oscuras y aún paso grandes temporadas encerrado, es parte de mi naturaleza, que quiera o no siempre estará presente, pero como bien sabrás fuera hay un mundo.
Sólo hubo una noche en que no dormí nada, dormí en la calle al lado de la iglesia de Piedrafita do Cebreiro y aunque hacia frío y lo niebla tapaba las estrellas fue el mejor insomnio de mi vida.
Espero que esta noche tengas insomnio, pásatelo bien, algún día sabrás quién soy, si es que no lo adivinas antes.
Admirador Anónimo
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