28 de agosto de 2012

Ulysses.

Hace un mes, algo más quizás, que no leo demasiado. No puedo leer si no encuentro algo que vaya acorde a mis sentimientos, a la situación personal de cada momento. No puedo leer si lo que leo no contribuye a seguir haciendo girar la rueda, si no encaja en la maquinaria. No es una manía, es que no tengo ganas, no encuentro el momento. Es un poco frustrante, porque cuando paso por estas épocas de no encontrar el argumento encaja, el estilo que necesito, siempre pienso en lo mucho de menos que echo enfrascarme en una buena lectura. También me pongo tremendista porque pienso en todo el tiempo que estoy perdiendo y en cómo este se traduce en libros que pude-haber-leído-pero-no-leí, y estos se suman a las toneladas de libros que me habrán quedado por leer al final de mi vida. Delirios de quien quiere guardar el océano en una botella de vino.

Aprovechando la coyuntura, decidí comprar en una deliciosa librería (de esas con tablas de madera que crujen al pisarlas) del centro de Dublín un ejemplar del Ulysses de Joyce. Como aquí sólo tengo una antología de Yeats a mano y no me encuentro muy in the mood para poesía me dije, vamos a echarle un ojo. Y sino, no es mala adquisición para engrosar mi librería personal y ya encontraré el momento. Y qué demonios, la situación suena asquerosamente decadente (y quizás algo prefabricada), ¡cómo para no caer en la tentación!

Así que me puse a leer el Ulysses. Y ay dios en dónde me he metido.

Me frustra pensar que nunca (o esas son mis realistas expectativas) tendré un nivel de inglés tan notable como para leer todos los párrafos de esta ¿novela? sin decir "¿qué narices?" en al menos la mitad. También me frustran las traducciones porque, como cabe esperar de una obra tan difícil, son horrendas. 

Me consuela pensar que no todo está perdido: a pesar de que no entiendo muchas líneas (y pararte a buscar cada palabra, a riesgo de que (y me temo que esto me ocurre a menudo) sea un neologismo o un juego de palabras, como que le quita encanto y, sobre todo, ritmo), sí entiendo la mayoría, y muy afortunadamente, gran parte de esto, lo disfruto y mucho. Lejos me queda el Joyce de Dublineses al que no terminé de cogerle el gusto, este otro es caótico, sarcástico, onírico, disfruto con sus juegos de palabras, sus extranjerismos, su manera de tejer realidad-pensamiento-visión, personal-colectivo, consciente-inconsciente-subconsciente, dentro y fuera, todo y nada, es suciamente realista y real. 

Así que admito que probablemente me esté quedando a medias. Pero también que al fin he encontrado lo que sigue haciendo girar la rueda. ¿Es esta confusión, este caos, lo que necesito ahora?

Pues parece que sí.

Y esto viene a decir varias cosas, a saber:
- Que lo que necesito, en gran medida, no solamente se trata de conciliarme conmigo misma, sino también muchas veces de proponerme retos (y eso es bueno).
- Que todavía queda un largo camino por recorrer, en muchos aspectos (esto también es bueno).
- Que no tengo que tener tanta prisa y dejar que las cosas encajen a su tiempo (y esto, por último, es difícil).


10 de agosto de 2012

Prohíbo II

Que a partir de hoy no hay más preguntas.
Nada de
¿Qué tal?
¿Cómo estás?
¿Qué haces?
A partir de hoy sólo existe la enunciación.
Nada de hipótesis.
Nada de de órdenes.

A partir de hoy la verdad pura.
Lo que no se lima con matices.
Lo que no juega con interjecciones.
Hoy se acabó la entonación.

No más acentos, no más cadencias.
De hoy en adelante:
Plano.

De hoy en adelante:
yo y tú, iguales.
pasado y futuro, iguales.

No quiero más
"podría haber sido"
tampoco quiero
"quizás mañana"
.

No 
Más
Mentiras
Encubiertas
.

8 de agosto de 2012

Todas tus carreras persiguiéndome han sido
fulminantemente victoriosas,

¿No te cansas, cuando yo
ya he abandonado toda suerte de resistencia?

Quizás no entiendas
que cuantas más vueltas demos
más nos atamos las caderas.

Es que me resulta imposible esprintar
si tengo que arrastrar tu peso muerto
día
              tras
                                 día.

7 de agosto de 2012

Prohíbo I

Exijo verdades a medias
porque las opiniones son siempre vergonzosas.
Por ejemplo:

Los cuerpos
Desnudos
Me Producen

Pena

Porque son vulnerables
y están expuestos a la intemperie
-algo totalmente fuera de lugar
en estos tiempos que vuelan-