26 de febrero de 2014

Lejos, muy lejos IV

Y esa noche soñó con las piezas del Rompecabezas que se recomponen en espacios cuatridimensionales y esas piezas era yo ahora y siempre y esas piezas era yo cuando nunca fui pero tal vez seré porque la solución al cósmico Rompecabezas está sólo en sus sueños y jamás conseguirá recordarlo al despertar.

El Emperador abre los párpados ante la luz rojiza del amanecer, en su cabeza sabe que alcanzó el gran secreto, que entendió al fin el concepto incognoscible. El Emperador intuye que sabe la que SOY en todas mis esferas, pero jamás sabrá si fue sueño o realidad, si fue una ficción literaria o un lejano recuerdo.

25 de febrero de 2014

Otras cosas


la piel que yo adoro es una tierra virgen
un terreno húmedo sin trabajo
de piedra y matojo fácil
tierra revuelta
de terruños carbonáceos
la piel que yo adoro tiene el calor de la pasión coronaria
del latido profundo y contundente de los truenos y tambores durante la batalla
de telúrico poder incansable
la piel que yo adoro tiene el sabor amargo de la hierba
el regusto extraño del otoño desflorado
es la senda pedregosa en la ladera despeñada
tras la que se oculta el sol

Lejos, muy lejos III


El Emperador se deshace poco a poco de sus atavíos: los vestidos ancestrales de sedosas telas, los tocados, los adornos y brillantes que forman parte de su ornato caen uno a uno sobre el suelo de rítmica madera.

El Emperador está desnudo, el Emperador ya no es más que un hombre. 

Tan sólo un cuerpo, vulnerable como el resto. 

Se apaga la luz en el dormitorio, se corren las cortinas en las ventanas, esta noche dormirá arrullado por los suspiros del viento nocturno y quejumbroso.

18 de febrero de 2014

Lejos, muy lejos II

El Emperador saboreaba sus labios mojados de té amargo, puesto que su costumbre imponía no echarle ni un mísero granito de azúcar. Sus ojos repasaban una melodía que todavía no encajaba, atravesando cortinas de humo en su inexorable camino hasta el pentagrama.

Me preguntaba si durante aquellos instantes se acordaba de mí, si era consciente de que yo seguía allí, presente, única testigo del extático momento del Génesis, de la genuina creación. Parecía olvidarlo todo a su alrededor, concentrarse en la música, fruncir las cejas, entrecerrar los ojos rasgados de Emperador chino, relamer con la lengua los labios mojados, el té olvidado, rojo pálido, posado sobre su piel.

4 de febrero de 2014

Lejos, muy lejos I


El Emperador guarda su juego de té en un rincón apartado. Se pregunta con los ojos, ¿dónde se habrá escondido? Sabe que me encontrará en las tinieblas de sus sueños, pero cuando quiera agarrarme con los dedos me desvaneceré como el humo, como la niebla de la mañana.

¿Le preocupa eso al Emperador? 

Todavía no lo sabe. Por ahora, le basta cerrar los pesados párpados para bucear hasta el fondo de su alma, donde me guardó desarmada para recolocar mis piezas cada madrugada.