20 de julio de 2012

Confieso.

Que soy una histérica.
Y una paranoica.
Y que me gusta tener todos los cabos atados y bien controlados.
Sí, es eso.
Me gusta tenerlo todo controlado.
Todo bajo control.
No duermo tranquila con cuestiones por resolver.
Me lleno la cabeza de problemas inventados. Por suerte, acostumbro a resolverlos.
Confieso que no me aguanto ni yo misma. Que si pudiera callar esa voz de ritmo frenético que no me deja vivir tranquila, lo haría sin pensarlo dos veces.