4 de febrero de 2014

Lejos, muy lejos I


El Emperador guarda su juego de té en un rincón apartado. Se pregunta con los ojos, ¿dónde se habrá escondido? Sabe que me encontrará en las tinieblas de sus sueños, pero cuando quiera agarrarme con los dedos me desvaneceré como el humo, como la niebla de la mañana.

¿Le preocupa eso al Emperador? 

Todavía no lo sabe. Por ahora, le basta cerrar los pesados párpados para bucear hasta el fondo de su alma, donde me guardó desarmada para recolocar mis piezas cada madrugada.